La violencia doméstica sigue aumentando y los menores están expuestos a ella de manera
directa o indirecta. Lo que nos lleva a concluir que ellos también son víctimas de esa violencia.
El debate de esta
violencia se encuentra en si se debe considerar ésta maltrato infantil o no.
Las consecuencias de los niños y adolescentes varían según la
exposición:
Si se exponen directamente:
- Consecuencias físicas: retraso en el crecimiento, alteraciones del sueño y de la alimentación, retraso en el desarrollo motor, etc.
- Alteraciones emocionales: ansiedad, depresión, baja autoestima, trastorno de estrés post-traumático, etc.
- Problemas cognitivos: retraso en el lenguaje, absentismo escolar, fracaso escolar, etc.
- Problemas de conducta: falta de habilidades sociales, agresividad, inmadurez, delincuencia, toxicomanías, etc.
Si la exposición es indirecta:
- Incapacidad de las víctimas para atender a las necesidades básicas de las niñas y niños, por la situación física y emocional en la que se encuentran. Lo que puede generar situaciones de negligencia y abandono hacia los niños y niñas.
- Incapacidad de los agresores de establecer una relación cálida y afectuosa cercana con sus hijas e hijos. Lo que puede generar serios problemas de vinculación afectiva y establecimiento de relaciones de apego.
Pero en los casos en que las mujeres acaban haciendo frente
al problema y separándose, los hijos siguen siendo las víctimas ya que suelen
ser el blanco fácil y la mayoría de las veces suelen pagar las consecuencias.
Durante 2010 murieron 9 menores como consecuencia de la
violencia entre sus padres. Según la organización Save the Children, en España
hay, a día de hoy, 200.000 niños cuya
madre precisa una orden de alejamiento y se estima que hasta unos 800.000
presencian y sufren violencia doméstica.
Ana Bellido Fernández
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