En Uganda el sacrificio de niños es un ritual de la
religión “Yuyu”. Era poco común hasta hace tres años, que resurgió con el auge
de la economía del país.
Miembros de la élite pagan cuantiosas sumas a los
brujos por esta práctica tradicional, convencidos de que les traerá prosperidad
y riqueza en el futuro. No sacrifican a sus hijos, sino a los niños de sus
vecinos o familias de viviendas cercanas.
Cada vez están aumentando más estos sacrificios, y a
pesar de que Uganda cuenta con una unidad policial especializada en sacrificios
de niños, las familias han denunciado prácticas corruptas y resoluciones
lentas. Una abuela tras encontrar el cuerpo de su nieto decapitado, y el brujo
local admitir haberle sacrificado, la policía local no quiso intervenir. “me
ofrecieron dinero para que me quedara callada”
Hay distintos procedimientos para relizar estos sacrificios dependiendo de la edad y del sexo de la víctima.
38 niños han sido víctimas de estos rituales desde
el año 2006 y algunas organizaciones de defensa de derechos humanos indican que
hay más de 900 casos sin resolver. Entre ellos el caso de Alan, “el niño
milagro”. Es un niño de 9 años que le mutilaron para sacrificarle, pero
encontraron su cuerpo a tiempo, y logró tras un mes despertarse del coma. Ahora
sufre lesiones cerebrales irreversibles y tendrá que recibir terapia de por
vida. Todos saben quién fue el brujo que le atacó pero el caso sigue en manos
de la justicia.
Algunos voluntarios intentar concienciar sobre el
problema a la población, el gobierno en cambio no quiere hablar del tema y la
policía niega hacer la vista gorda.
Aquí os dejo un vídeo sobre la noticia y otro enlace relacionado:
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